martes, 26 de mayo de 2009

El compañero ideal

Como tantas otras cosas en la vida, el entrenamiento con pesas es mejor si se hace de a dos. Tener un compañero de entrenamiento nos beneficia de muchas maneras, siempre y cuando éste sepa cual es su función.
Un compañero que actúe adecuadamente nos motivará, nos dará seguridad y obviamente que nosotros deberemos corresponderle de la misma manera. Si todavía no tenemos compañero sería bueno que buscáramos uno, pero ¿como lo elijo?
Es claro que debe ser alguien con quien tengamos cierta empatía, no tiene porque ser un amigo, hay gente que solo se ve en el gimnasio para entrenar y eso es suficiente. Lo imprescindible será que tengan objetivos en común, de esa forma podrán utilizar sistemas de entrenamiento similares, si es posible de complexión similar y que muevan pesos semejantes, pero estos dos últimos no son factores excluyentes, así mismo podrá ser una pareja mixta la que se reúna para entrenar.
Trataré de darles pautas básicas para buscar (y ser) un buen compañero de entrenamiento.

1º) Motivar: desde hacerte ir al gimnasio un día que no tienes ganas, hasta alentarte a hacer una repetición más, un buen compañero siempre estará animándote y eso te ayudará a superarte y rendir cada vez más.
2º) Atender: cuando estamos ayudando estamos para eso y nada más, no debemos darnos vuelta a conversar ni nada parecido. Debemos estar pendientes del peso, de lo que pueda suceder ya que en un descuido el otro podría lastimarse.
3º) Dar seguridad: en los ejercicios que son más riesgosos (cuando el peso está por encima de la cabeza, una sentadilla pesada, etc.) un buen compañero tiene que transmitir seguridad, hacerle saber al que realiza el ejercicio que esta ahí, que no lo va a dejar solo y darle la confianza suficiente para que haga la serie.
4º) No tener piedad: aunque suene macabro esto es así, debemos asegurarnos que nuestro compañero no abandone el gimnasio hasta haber realizado su máximo esfuerzo, no podrá dejar la rutina por la mitad, tendrá que realizar todas y cada una de las series y hasta la última repetición (a no ser en caso de enfermedad o lesión, obvio). Esto irá solo en beneficio de él y de nosotros si el tiene la misma premisa para con nosotros. Cada vez que superviso a alguien, es común escuchar “pobre, lo está matando” y no entienden que lo que hago es ayudarlo a que rinda al máximo para que obtenga los mejores resultados.
5º) Saber ayudar: esto viene a colación del ítem anterior, hay veces en que se necesita que alguien te mueva la barra un poquito para realizar una o dos repeticiones más. Esto que parece algo tan simple, es lo más difícil de lograr. La mayoría de las personas “ayuda demasiado”, tanto que a veces el que asiste termina haciendo más fuerza que el que está entrenando. La ayuda debe ser la mínima posible y la suficiente para que el peso supere la parte más dura del movimiento, pasado ese punto debemos dejar que continúe solo.
6º) Vigilar la técnica: siempre deberá prevalecer la ejecución estricta antes que los kilajes excesivos, y ¿que mejor que tu compañero de entrenamiento para marcarte las deficiencias de tus movimientos?.
7º) Premiar: aunque parezca algo tonto también es función del compañero reconocerle al otro el buen desempeño que realizó. Frases como: “que bueno estuvo el entrenamiento de hoy” o “en esta serie dejaste todo”, ayudan a reafirmar el compromiso del entrenamiento.

Si consiguen un compañero de entrenamiento y siguen estos consejos llevarán su cuerpo a un nuevo nivel.